jueves, 28 de mayo de 2009

Monotonia de Tiempo

Envuelto en un pasado irrefutablemente incierto, creyendo verdades y rumores dichas al ocaso de cada día por bocas desconocidas, pensamientos vagos abarcan mi mente, me agobia la ironía del tiempo, y aquellos rostros que dicen ser personas, pero que no conozco, que no recuerdo, que despiden aromas desconocidos en un lúgubre presente que se desfasa en la oscuridad de la noche, mezclándose con una caricia de un pasado ya olvidado, ya perdido, nunca recordado.
El aire helado del sur invade mis pulmones, como dos gigantescas grietas en medio del ártico, y siento la nostalgia de algún lugar que me llama, que me recuerda, que me acaricia, pero yace inalcanzable en lo más profundo de mi ser, y mis sentidos intentan agudizarse como los de un animal salvaje, intentando develar aquellas circunstancias, intentando indagar dentro de mi corazón, intentando saber hacia dónde debo partir.
Pero es en vano, los inescrupulosos recuerdos yacen dormidos, yacen en lo profundo del océano, yacen sobre arenas blancas, y mi cuerpo y mi mente están a la deriva, flotando en medio del mar mas inmenso jamás visto, y tan solo por un momento la suavidad de las estrellas roza mi piel y me hace sentir que realmente no estoy tan lejos, por un instante mi cuerpo se suspende en un paraíso de brisas arrolladoras y soy envuelto por un calor aterciopelado.
Pero vuelvo la vista, y no veo mas que desolación, un desierto gigante me invade, y me doy cuenta de que muchas cosas quizá el tiempo deja atrás por algún motivo, y que por algún motivo las incertidumbres de un pasado obscuro y plomizo quedan imprecisas en el tiempo.


Autor: Martín G. Villata

viernes, 22 de mayo de 2009

El dia mas incierto

En el dia mas frio, en la hora mas calmada, la noche intrusa invade la tierra, como un filoso puñal clavandose en tu corazon.
Y augurios de un gelido pasado revolucionan tu mente y tu alma hasta lo mas profundo de tu ser. Indagando en un desierto de dudas, subyaciente, sobreviviendo, la calma brindada por un tan ansiado oasis, el cual durante toda una vida fue buscado, e insipidos sabores se mantienen en un recuerdo algo incierto, consumados por vagas nociones de realidad que visitan tu mente como grandes destellos fugaces que no logran ser atrapados, escapando, como un helado viento entre tus fragiles dedos, queriendo atrapar lo imposible, intentando quemar en el fuego del olvido memorias cada vez mas lejanas.
Y desgastado asi como un cofre de ultratumba, tu alma yace flotando en un avismo de estrellas sombrias, agrietada en mil partes, corroida por la infame ironia del tiempo, y asi se mantiene, quebrada, insipida, moribunda, desfalleciente, esperando en algun lugar de un infinito paradigma irracional, ser liberada.



Autor: Martin G. Villata

El lugubre pensamiento


Incinerándose en lo mas profundo de tu alma, yace la lumbre que dejas, como rastros claroscuros desvaneciéndose en un aire tan puro como las mismísimas aguas del lago mas cristalino jamás visto.
Erráticamente queriendo recordar un pasado perdido, queriendo recuperar ese todo que ahora consideras muerto, con un escalofriante pensamiento, sabes que el fuego te consume por dentro, se consume tu vida y tu tiempo, como aquellas hojas de fresno que veías caer en las invernales noches de un pasado quizá mas alegre, quizá mas vivo, quizá mas importante, y tu, pretendes reemplazar las vivaces sonrisas y los arrolladores murmullos por aquel que te consume desde adentro, como una droga invulnerable y sin fin, eres como aquel que se arrastra sabiendo que sus piernas no le fallaran, como el necio que se tapa los oídos para no poder escuchar, pero en la lúgubre noche de la soledad mas absoluta piensas en la compañía de aquel que con sus flamas de ocio y pensamientos perdidos puedes tener, sintiendo que tus sentidos se pierden en infinitas divisiones que no puedes contar, ni ver, así como si trataras de contar estrellas.
Negando las verdades que tu mismo afirmas, creyendo las mentiras que tu mismo desmientes, y así ves, como en un recóndito lugar, tan pequeño como un mismísimo átomo, la esperanza aflora y grita tan fuerte como el mismo rugido del océano, como el haz de luz en la caverna mas obscura en las profundidades del submundo, sin emoción, sin placer, sin sensación, solo la espera te queda y los recuerdos de un milagroso lugar y tiempo del que nunca debiste abandonar.


Autor: Martín G. Villata